J. IBAÑEZ/ESPIRITU DEPORTIVO. El Real Zaragoza se juega la vida en Vigo. La mala racha se alarga demasiado y no lograr la victoria definiría muchas cosas además de ver la realidad de todo lo que pasa.
Pasaron esos años donde las finales entre Real Zaragoza y Celta de Vigo tenían un sabor especial, el sabor de hacer las cosas bien. Ahora es totalmente lo contrario. Los dos equipos se juegan todo en una final que no dará copa al ganador, pero sí la vida y gran parte de la salvación. La situación del conjunto zaragocista es insostenible. Igualada la segunda peor marca de la historia con 14 partidos seguidos sin lograr el triunfo, el equipo de Jiménez ya está en descenso a dos puntos de la salvación que marca el Deportivo, un equipo que resucitó estando muerto, todo lo contrario que el Real Zaragoza, que va muriendo cuando las navidades le tenían rebosante de vida.
La situación ya no puede ir a peor. Estando en descenso y sin ofrecer ningún motivo futbolístico al que agarrarse, si no se mejora el equipo se va a quedar ahí para terminar abriendo la puerta de la segunda división, mientras que si reacciona puede salvar su pellejo. Por eso, en Vigo no queda otra que salir a matar. Es el momento. Los anteriores infructuosos puntos de inflexión ya pasaron y el siguiente se encuentra de nuevo, después que el de la Coruña fallase, en Galicia. Si el Real Zaragoza logra la victoria, la salvación sería muy factible. Primero porque llegaría esa inyección anímica en forma de victoria que es tan necesaria para remontar en un momento así y más cuando llevas 14 partidos sin ganar. Segundo porque hundes a un rival directo. Y tercero porque el calendario de los rivales no es más fácil que el zaragocista. Hasta 7 equipos están metidos en el barro: Celta, Mallorca, Deportivo, Granada, Osasuna, Athletic y el propio Real Zaragoza.
Ahora bien, para que todo esto suceda y el conjunto maño pueda respirar en su lucha por la salvación, deberá verse de verdad a un equipo. Decisiones técnicas aparte, los jugadores deben comportarse como hombres y si tienen un mínimo de orgullo, morir con las botas puestas dándolo todo. Muchos meses lleva oyendo la afición que “estamos muy unidos”, “vamos a sacar esto”, “trabajaremos al máximo para revertir la situación”, “no dudamos en que saldremos de ahí”, etc… muchas declaraciones para hacer creer y soñar al aficionado con que aún se puede. Pero no. Pasan las jornadas y las declaraciones se quedan en nada al ver en cada partido a unos jugadores que no dan todo lo que tienen, no luchan, no muestran orgullo ni interés por la camiseta que visten y el escudo que defienden. Ya vale de engañar a la gente y hablar por hablar. Si de verdad quieren que su verdad sea creíble, el lunes tienen la primera oportunidad para demostrarlo ganando o al menos intentándolo de verdad como sí están haciendo los demás equipos.
Ya no hay más oportunidades. El momento ha llegado y es hora de ver si la verdad que cuentan los jugadores zaragocistas es real o no. Es hora de ver cuánto les interesa el Real Zaragoza y el zaragocismo, que al fin y al cabo es lo que está por encima de todo y el que sufre minuto a minuto esta pesadilla.
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