ESPIRITU DEPORTIVO. Un partido más y otra vez la sensación de que los árbitros quieren acabar con el Real Zaragoza.
Dominó el equipo de Jiménez toda la primera parte hasta que el árbitro y linier se inventan el gol valencianista, precedido de un toque de Soldado claramente en fuera de juego. En la segunda parte todo cambió. Y cambió por errores propios y ajenos. Hoy, de nuevo, el colegiado del encuentro, Del Cerro Grande se empeñó en romper gran parte del juego del Real Zaragoza señalando faltas que no eran y dejando de pitar otras, cerca del área que sí lo eran. Luego llegaron tarjetas gratuitas que en ningún caso deberían haber visto los jugadores blanquillos.
Más grave fue no expulsar en el penalti sobre Postiga a Víctor Ruiz, que le entra a ras de suelo al tobillo, tarde y desfasado, siendo tarjeta roja en toda regla. Una expulsión no señalada que ya condicionó gran parte del encuentro, viendo que no se iba a pitar igual a unos que a otros.
Igualmente, Soldado no ha parado en todo el encuentro de protestar, siendo solo advertido verbalmente por el árbitro sin ver ninguna tarjeta, mientras que Postiga a la primera que protesta le muestran amarilla. Se puede seguir igual con que todo el banquillo valencianista se quejaba al colegiado y linieres sin ver ninguna amonestación, en especial el entrenador Ernesto Valverde. En cambio Del Cerro Grande sí se molestó en abroncar a Jiménez, igual que en expulsar a los dos utileros.
Al final del encuentro se anuló, muy dudosamente, un gol a Postiga que remata entre un barullo de jugadores. Hay que ser muy valiente para anular el gol cuando no está nada claro, pero siendo el Real Zaragoza todos se crecen.
En cada partido hay decisiones arbitrales que perjudican más al Real Zaragoza que al rival. Esto ya viene de lejos y la sensación de que al equipo maño se le pita peor que a sus rivales ya deja de ser una sensación pasando a ser una realidad. Parece que los árbitros quieren matar al Real Zaragoza.