¿A qué juegas Real Zaragoza?

JAVIER IBÁÑEZ/ESPIRITU DEPORTIVO. De nuevo en La Romareda se vio la misma película que toda la temporada. Es angustioso ir el domingo a ver al Real Zaragoza y ver lo mismo de siempre, igual que esas películas que pasan por televisión un domingo a las cuatro de la tarde que siempre tratan sobre lo mismo.

Ayer el equipo maño volvió a evidenciar una clara falta en su patrón de juego y de ideas. Un equipo sin alma, sin cabeza y sin recursos. Todo empezó con un popurrí de cambios en el once inicial, moviendo jugadores de un lado a otro como si fueran fichas del juego de la oca. Paredes al centro de la defensa para meter en el lateral izquierdo a Héctor, debutante ante un ataque tan experimentado y rápido como es el de la Real Sociedad. Entrada, recién llegado de África, de Romaric por delante de la defensa obligando a Movilla a situarlo más al costado derecho…

Unos cambios que podrían haberse evitado y hacer algo más normal, como seguir con Fernández en el lateral derecho, Sapunaru al centro y Paredes al lateral izquierdo. Movilla por delante de la defensa, como siempre, acompañado de Apoño y tal vez apostar a jugar con dos delanteros ya que si tanto se habían pedido refuerzos para esa demarcación habrá que utilizarlos. De todas formas, a toro pasado siempre es más fácil hablar, pero lo que está claro es que hay cosas que sí se podrían haber hecho mejor, como la predisposición en el juego, la idea básica y la actitud.

Se podría haber empezado el partido con una calma mayor y más cabeza. Desde el primer minuto se optó por una presión casi en el área rival de Apoño y Movilla, dos jugadores a los que el físico no les da para semejantes esfuerzos, que se preveía peligrosa al dejar tanto terreno libre en el centro del campo, anclado solamente por un Romaric que ya se vio que para correr no vale, regalándole así toda la medular al equipo txuriurdin. Regalándole el centro de mandos del partido. Regalándole los tres puntos.

Pronto llegó el primer gol en la primera acción de ataque de la Real en un balón largo que despejó Paredes, solo acompañado por Álvaro, para cedérselo a Vela para que luego se lo ofreciera en bandeja a Griezmann y batir a Roberto. Era el minuto 11 y el centro del campo maño y la defensa ya estaban totalmente despoblados. Un gran error que vino a causa de esa tremenda presión tan arriba y de esa ansia innecesaria por querer marcar nada más empezar el partido. Después del gol y la expulsión todo siguió igual, nada de orden y sin intentar dar más de tres pases al balón. Muchos partidos se han jugado con diez jugadores y se han visto equipos con oficio e ideas de cómo hacerlo. Ayer el Real Zaragoza no fue uno de esos equipos.

Los partidos hay que trabajarlos y de nada sirve correr a lo loco y sin cabeza. Eso es lo que hace el Real Zaragoza en La Romareda, lo quiere hacer todo deprisa y acelerado. Lo ha intentado una vez tras otra con el mismo resultado en 7 ocasiones, derrota. Con tantos tropiezos debería haber aprendido la lección, pero no ha sido así. No sabemos si por cabezonería de Jiménez o por inaptitud de los jugadores, esa idea de presionar rápido arriba y atacar con todo no sirve. El rival ya sabe cómo llevarse los puntos del feudo zaragocista, basta con salir con cabeza, ordenados y esperar a trenzar un ataque seguro y sin acelerones, justamente lo que no hace el Real Zaragoza, y así les funciona. Preocupa que partido tras partido se vea lo mismo y no se ponga remedio.

 Jiménez y los jugadores deben poner remedio ya ha esta situación porque de alargarse dos partidos más, volverá a ser terrible para el Real Zaragoza. En principio bastaría con un poco más de calma, poso y cabeza a la hora de jugar el balón, olvidarse de las prisas y de la inmediatez por buscar el gol ya que por ahora todos nos preguntamos a qué juega el Real Zaragoza.

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