JAVIER IBÁÑEZ/ESPIRITU DEPORTIVO. El Real Zaragoza saltaba ayer lunes, en un día de todo menos de fútbol, a Vallecas con la intención y obligación de ganar.
Debía hacerlo para encontrarse con la mejoría experimentada jornadas atrás, como ese amor del pasado que anhelas encontrar. Eran ya muchos partidos sin lograr la victoria y la sensación de tener que ganar para alejarse del descenso estaba ahí. El equipo había ofrecido más y había recibido poco.
Muchos jugadores pensaban en el gol 5000, en poder marcarlo. Muchos menos uno: Zuculini. El Zucu, como le conocen todos, no piensa en goles, piensa en trabajo, lucha, trabajo, lucha, más trabajo y más lucha. Tal vez por eso iba a ser el agraciado y todavía no lo sabía.
El equipo de Jiménez ayer dio muestras de ser un bloque con hechuras a pesar de ser un conjunto joven y en continua formación. No salió a tocar y tener el balón, eso se lo dejó al Rayo, equipo al que le gusta poseer el esférico. El equipo blanquillo, cual estratega que prepara una batalla, sabía como podía hacer daño a los franjirrojos. Con las líneas bien juntas, tapando cualquier línea de pase por donde el rival pudiera colar un balón envenenado, y solidario en las ayudas. Así, con esa organización propia de una partida de ajedrez y con contragolpes al más puro estilo ‘séptimo de caballería’, el Real Zaragoza logró llevarse el partido. A veces es más importante saber leer un partido que jugarlo como te gustaría.
Potenció su velocidad a la contra y minimizó las virtudes del Rayo, haciendo relucir sus pobrezas: lentitud en el repliegue defensivo. Y así, a la contra, es como llegó el gol ‘Zuncumil’, el gol de Zuculini, ése jugador que solo piensa en correr y volver loco al rival. El argentino, una vez más, fue ese soldado raso que vale por diez. Ocupó todo el carril derecho, desordenó las fichas del equipo de Jémez y en una contra, tras un balón cedido por Movilla, golpeó raso por debajo de las piernas de Cobeño para anotarse el gol 5000 y formar ya parte de la historia del Real Zaragoza. Su lucha, casta y valor tuvieron recompensa con un gol que el mismo no esperaba “yo no entiendo mucho de eso de goles”.
Cuando Zuculini empieza a desatar locura, vuelve loca a la afición maña, a la que gusta tener un jugador que lo da todo, pero tal vez lo más importante es que vuelve loco al rival, le hace correr sin control, desordenarlo y a la larga hace que se fundan sus plomos. Tal es la locura de este jugador que le regaló el gol a su padre por su cumpleaños de una manera que pocos harían, celebrándolo con la cojera que sufre. Estamos ante un jugador que le gusta más bregar con un rival que disfrutar con el balón.
Gracias a la presión incansable de Zuculini, el Rayo apenas asomaba por la meta de Roberto, que excepto en una salida por alto, guardó a la perfección la portería maña.
En la segunda mitad Apoño marcó de disparo raso y cruzado tras un bloqueo de Zuculini, de nuevo peleando con el rival y uniendo el fútbol con el baloncesto, algo que solo a un tipo así se le puede ocurrir. Segundo golpe asestado por el Real Zaragoza para finiquitar a un Rayo que ayer no mostró lo buen equipo que es, cosa de la que el zargocisimo se alegra.
El Real Zargoza suma ya 19 puntos y esta cerca de llegar al ecuador de los puntos necesarios, en teoría, para lograr la salvación. El equipo blanquillo demuestra mucho trabajo y compromiso y así va a ser más fácil que todo salga bien. Estamos ante un equipo, que aunque acumulase 3 jornadas ligueras sin ganar, nunca ha bajado los brazos ni ha cambiado el chip, sigue con su idea y con su propósito de ser un equipo mejor. Y en ése equipo está el rey de la locura, Zuculini, autor del gol 5000 en la historia del Real Zaragoza.
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