Lo bueno se hace esperar

JAVIER IBÁÑEZ/ESPÍRITU DEPORTIVO. El Real Zaragoza está trabajando en un buena linea y si sigue así los resultados llegarán. 

Muchos aficionados, tras la clara mejoría mostrada por el Real Zaragoza desde el partido de liga en Granada hasta la victoria con remontada incluida en La Romareda ante el Deportivo decían aquello de “el Zaragoza ha vuelto” y no paraban de repetirlo. La euforia, alegría… es buena, pero en su justa medida y con los pies en el suelo, más sabiendo de dónde venimos.

El Real Zaragoza lleva 4 partidos sin conocer la victoria, 3 derrotas y 1 empate (logrado con un jugador menos durante 80 minutos y con un gran esfuerzo realizado). A falta de 4 jornadas para terminar la primera vuelta, el equipo suma 16 puntos, 4 más que la primera vuelta del curso anterior y se ha logrado una clasificación copera que hacía años no se saboreaba a orillas del Ebro. Pues bien, ya se empiezan a oír algunos murmullos de si “esto es lo mismo de siempre”, “cuando tienen que dar el paso fallan”, etc… Diremos que si se entiende un poco de fútbol, es sabido que un buen proyecto, un equipo fuerte (no hablamos de un equipo para triunfar una sola temporada inmediatamente), de futuro, no se hace en una temporada, y menos en 5 o 10 partidos. Todo lleva un proceso que hay que seguir cuidadosamente, sobre todo con trabajo y tranquilidad.

El conjunto blanquillo ha sufrido un considerable lavado de cara, muchos son los jugadores que han llegado nuevos y la idea de crear un bloque sólido que sabe a lo que juega esta ahí, se ha demostrado parte de lo que este equipo puede llegar a ofrecer. Para que esto suceda y tengamos, dentro de las limitaciones del club, un equipo serio, con aspiraciones mayores a la simple y triste permanencia, hay que tener paciencia, mucha paciencia y sobre todo confianza en el equipo, que necesitará tiempo para lograr una buena cohesión y ejecución de su juego de memoria, y en quien lo dirige, Manolo Jiménez.

El técnico sevillano es el mesías del zaragocismo, al menos se ganó la temporada pasada ése título después del tremendo trabajo que realizó con un equipo muerto, que deambulaba por los campos de primera división sin pena ni gloria arrastrando el escudo del león. Levantó a un equipo y a una afición condenada al ostracismo y salvó al equipo con una remontada épica. Solo por eso se merece crédito y respeto y porque además, su implicación y ganas están fuera de toda duda. Él ha sido el único capaz de hablar claro y poner a Agapito en su sitio, o al menos lo ha apartado del sitio en el que nunca debió meterse.

Los mimbres están ahí, solo hay que seguir trabajando porque la línea es buena y al final, cuando las cosas se hacen en su mayoría bien, el resultado esperado acaba llegando, pero todo tiene un proceso y unas fases, y en el caso del Real Zaragoza ésas fases pueden ser más largas que en el de otros equipos. El nivel de descomposición que sufría el club a todos los niveles era tremendo, por eso, la reconstrucción debe ser más pausada y cuidadosa. El primer paso se ha dado, fichando a jugadores en propiedad y sin haber llegado aún a su tope como futbolistas. Un ejemplo claro de paciencia y bien hacer es el Real Valladolid, recién ascendido de segunda división, prácticamente con el mismo bloque y entrenador, y desarrollando un buen fútbol, donde pasado el primer tercio de la liga ya tienen casi asegurada media permanencia con 21 puntos en su casillero, a un punto de Europa League. ¿Por qué? Porque se ha dejado trabajar a Djukic y sus jugadores.

El Real Zaragoza está trabajando en una buena línea con un grupo de jugadores comprometidos. Solo queda decir aquello de ‘lo bueno se hace esperar’ ya que con trabajo, dedicación, apoyo y sacrificio, el éxito llegará.

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