El ejército blanquillo ya conoce el sabor del empate

JAVIER IBÁÑEZ/ESPIRITU DEPORTIVO. El Real Zaragoza ha conseguido en Mallorca el primer empate de la temporada, aunque seguramente ha sido el peor empate que se podía cosechar.

El conjunto de Jiménez se quedó en el minuto 13 con uno menos por doble amarilla de Loovens, que inocentemente cual jugador que empieza a dar patadas a un balón, se tiró a los pies de un atacante mallorquín teniendo ya una amarilla para generar un penalti y su expulsión. Dejaba al equipo más vendido que los ‘300 de Leónidas’ ante el ejército del Rey Jerjes . Por suerte, apareció San Roberto para ganar el cara a cara con Víctor Casadesús y detenerle la pena máxima.

A partir de ahí el Real Zaragoza se replegó pero con la victoria momentánea en su mano. Si, si, con la victoria… y es que sin tiempo para saborear la gran parada de Roberto, Hélder Postiga, en la jugada siguiente al penalti errado, logró marcar para adelantar al equipo maño y en gran medida depender de sí mismo para llevarse los 3 puntos. El equipo se replegó, estuvo junto y tapó bien las líneas de pase como si de un escuadrón mandado a primera fila al frente de guerra se tratase, evitando crear ocasiones a los bermellones.

En el descanso, el ejército comandado por Jiménez  ganó la primera batalla de la guerra con uno menos pero con un gran trabajo de lucha y sacrificio, anulando a un Mallorca inoperante.

Todo cambió en la reanudación. Y es que no puedes dedicarte con uno menos a encerrarte y dar pelotazos arriba, al más puro estilo Clemente, esperando a que el rival no marque. No, eso es imposible. Aún con 10 jugadores, el Real Zaragoza debió intentar dominar el balón, ya que con Movilla y Apoño es posible, pero solo éste último le dio pausa al juego cuando el balón caía en sus botas y reorganizaba a su tropa.

Pasaban los minutos y la suerte estaba del lado zaragocista ya que el Mallorca apenas generaba ocasiones claras y los jugadores zaragocistas siguieron así, pensando que romperían el maleficio de no ganar en las islas simplemente con el hecho de encerrarse en su área y despejar balones ‘sin ton ni son’. Pero todo cambió con la entrada de Alfaro, soldado raso que dio movilidad al ataque, y el bajón físico del Real Zaragoza que permitió innumerables internadas por banda desde el minuto 25 de la segunda mitad. La guerra continuó y el Mallorca empezó a bombardear desde las bandas con buenos balones al centro del área, córners y alguna que otra jugada… pero el capitán del escuadrón maño, Roberto, estuvo firme y paró lo que le lanzaban… hasta que al final, un balón bien lanzado desde la banda lo catapultó Víctor Casadesús al fondo de la red en el minuto 40 para lograr la igualada. Hubo algún avasallamiento más por parte del conjunto del coronel Caparrós pero por suerte la cosa no fue a más.

Con este primer empate de la temporada, el Real Zaragoza ya conoce el sabor que tiene y por la forma en que se ha conseguido, no sabemos si querrán saborearlo más. Aun así, el ejército blanquillo batalló y no cayó derrotado en una guerra que parecía perdida en el minuto 13.