JAVIER IBÁÑEZ/ESPÍRITU DEPORTIVO El conjunto maño ha jugado en Granada un partido pésimo, propio de un equipo que no ha jugado más de 3 partidos en la élite. Pero la culpa no es de los jugadores, si no del mal planteamiento de Jiménez.
El andaluz puso sobre el terreno de juego a 4 medios centros, Zuculini, Movilla, José Mari y Romaric, éste último actuando de mediapunta y más perdido que una aguja en un pajar, no sabía por dónde moverse y no ofrecía apoyos a sus compañeros. El equipo en ningún momento tuvo la posesión, no dominó y esperó atrás a la ayuda divina. Avanzada la segunda, retiró a Romaric (lógico y agradecido por la afición) y entró Montañés que dio algo de chispa al ataque. Era necesario. Postiga era expulsado por el ‘gran’ Gil Manzano, del que luego hablaremos.
Aquí es cuando Jiménez manda recular totalmente a todo el equipo metiendo a los diez jugadores en el área. Esto con un delantero menos, no es que fuera un medio o un defensa. Inexplicable. Para más contradicción, retiró del terreno de juego a Víctor Rodríguez, único atacante y dio entrada a Paredes, más hormigón para el muro que había creado. Sólo la lesión de Zuculini le obligó a sacar a Aranda por no tener más y tener así alguna referencia arriba para aguantar el balón. No se entiende como Jiménez, un tipo sabio y que suele leer bien los partidos, ha podido plantear un partido tan rácano y cobarde y morir con esa idea hasta el final del partido, ya que no se podían hacer ni contras con los 4 medios centros que sacó de inicio. Sólo la avalancha final del Granda permitió disponer de dos ocasiones, una de Montañés al palo y un cabezazo fuera de Sapunaru. Jiménez, te pedimos que vuelvas a lo que eras dos partidos atrás.
Con un partido tan malo, nadie le daría el título de héroe a ningún jugador, pero en este caso no es así. Leo Franco, cuestionado por muchos, ha salvado al equipo (a pesar de haber fallado en el segundo gol local). Primero en un mano a mano en el área. Después al final del partido con todo el Real Zaragoza encerrado en el área tras detener un disparo claro y por último en la última jugada del partido, deteniendo un remate a córner que dio origen a una serie de disparos y rebotes en el área que gracias a la Virgen del Pilar no entró el balón. Leo lo celebró como si hubiera anotado un gol. Gracias Leo.
Para finalizar, el invitado sorpresa, ése que quiere su minuto de gloria, en este caso 95 minutos, Gil Manzano. El ‘árbitro’, lo ponemos entre comillas porque dudamos de que lo sea, ha montado un auténtico espectáculo. Ha permitido todo al Granada, expulsó a Postiga mostrándole la segunda amarilla por según él tirarse. Y es que Iriney le metió la pierna y le tocó, no así al balón. Sacó innumerables tarjetas al conjunto blanquillo. Se comió, más bien quiso comerse, una expulsión de Iñigo tras agresión a Sapunaru. Se volvió a comer una amarilla a Torje por tirarse en el área, tal vez no recordaba lo que hizo con Postiga. Siguió permitiendo faltas y pitando otras que no eran al Real Zargoza. Para colmo, añadió 5 minutos en una segunda mitad donde no se perdieron más de 2. Una actuación lamentable y sibilina, que ni a posta ni entrenada se habría hecho peor. No podemos asegurar a que jugador del Granada le pidió la camiseta porque no se vio. Una nevera no le iría mal a este señor. Aún con todo, el Real Zaragoza logra pasar a octavos de final donde se medirá al Levante.
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