YERAY CORTÉS / ESPIRITU DEPORTIVO. Un gol en propia puerta en el minuto 93, da tres puntos vitales al Real Zaragoza.
Cuando te metes en una dinámica positiva, tarde o temprano todo te acaba saliendo bien. Y eso es lo que le está pasando al Real Zaragoza. Logró sacar un empate con uno menos ante el Alavés y, ante el Albacete, ha logrado una agónica victoria a pesar de realizar un partido gris.
A las bajas de Culio y Javi Ros, se sumaba a última hora la de Leandro Cabrera. Lluís Carreras daba la oportunidad a Albert Dorca y Diamanka, acusando ambos la falta de minutos. El técnico catalán también optó por dejar en el banquillo a Pedro, y poner de titular al talentoso Manu Lanzarote.
Tanto la primera como la segunda parte fueron muy parecidas, con un Real Zaragoza que buscó soprender en los primeros minutos pero que se desesperaba frente a un equipo que daba por bueno el empate. Apenas hubo ocasiones a lo largo del partido, teniendo Ángel las mejores para el equipo blanquillo. A punto estuvo Paredes de marcar ante la que fue su afición durante siete años, pero no acertó para batir a Manu Herrera.
Cuando el encuentro apuntaba al 0-0, apareció Sergio Gil. El canterano entró en el terreno de juego, junto con Pedro, al poco de iniciarse la segunda parte y un lanzamiento suyo en el minuto 93 lo desvió un defensa del Albacete al fondo de la red.
La locura, la emoción, la alegría y un sinfín de emociones positivas se dieron cita en La Romareda para celebrar un gol que evidencia que este Real Zaragoza va lanzado hacia Primera División.
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