GUILLERMO COSCOLLA / ESPIRITU DEPORTIVO. El Real Zaragoza empató a uno en un partido donde mereció ganar. Sin embargo, el resultado fue lo de menos. El equipo aragonés resucitó a la afición y se vivió el mayor espectáculo de los últimos años.
Espectáculo y buen fútbol. Eso es lo que se vio en el inicio liguero en La Romareda. Los hombres de Víctor Muñoz fueron superiores a CA Osasuna que a pesar de visitar La Romareda habiendo ganado su primer partido de liga 2-0 y con la etiqueta de equipo a temer, este fin de semana se vuelven a Pamplona con un empate y dando las gracias.
Cuesta recordar un Real Zaragoza practicando el fútbol que practicó ante el conjunto navarro. No solo se creaba peligro sino que además se conseguían enlazar jugadas de más de 7 toques seguidos algo que el público agradeció y lo demostró desde el minuto 1 al ver que sus jugadores habían salido al campo para jugar bien a fútbol y para complicarle las cosas a CA Osasuna rival recién descendido de Primera División.
Durante la primera mitad el dominio total y absoluto lo llevó un solo equipo, el Real Zaragoza. El cuadro blanquillo, con hasta 7 caras nuevas respecto al año pasado, fue el encargado de llevar el peligro en los primeros 45 minutos con llegadas constantes y peligrosas tanto por la banda de Pedro Sánchez como por la de Javi Álamo. Ruiz de Galarreta y Dorca, también dotaron al equipo de una calidad que la afición supo reconocer con aplausos. En defensa, el joven Vallejo repitió titularidad y cuajó una primera mitad magnífica a pesar de esa cartulina amarilla que le hizo ser sustituido en la segunda mitad pero a la vez ovacionado por una Romareda en pie para despedir al canterano.
Cuando parecía que el encuentro se iba a ir al descanso con 0-0 apareció un centro perfecto de José Fernández por banda derecha que el recién llegado Pedro Sánchez supo aprovechar rematando bien haciendo insuficiente la estirada de Riesgo. Con ese gol de Pedro se ponía fin a la primera mitad con un resultado a favor que fue buscado, encontrado y muy merecido por el Real Zaragoza.
En la segunda mitad, el guion empezó siendo el mismo, dominio de balón para los pupilos de Víctor Muñoz y un Osasuna incapaz de encontrar la fórmula de arrebatarle el balón a una sala de maquinas del Real Zaragoza que funcionó a la perfección.
Oscar Whalley, seguía sin tener que esforzarse al máximo porque ni Nino ni De las Cuevas eran capaces de poner en apuros al joven arquero que realizó, como todo el equipo, un gran encuentro. Se atravesaba la hora de partido y Víctor Muñoz movía el banquillo dando salida a Vallejo en sustitución de Cabrera. El público seguía volcado con su equipo que veía como a falta de 20 minutos para el final seguía siendo superior a un rival con un presupuesto económico mayor pero que poco importó eso en el terreno de juego ya que los hombres de Víctor Muñoz no dejaban jugar a CA Osasuna y ese temor que se le tenía al conjunto navarro en las horas previas al partido iba cobrando cada vez menos importancia.
En la recta final de partido, el cansancio y la elevada temperatura empezó a hacer su efecto y fue entonces cuando CA Osasuna trató de sacar provecho de ello y esta vez sí en el minuto 85 Whalley veía como el asedio de los navarros era cada vez mayor y Víctor Muñoz fue también consciente de ello y en el minuto 85 completaba los tres cambios dando entrada Carlos Diogo y retirando a un Ruiz de Galarreta que volvió loco al centro del campo osasunista.
Con Carlos Diogo sobre el campo y con Adán Pérez, que sustituyó a Muñoz, también sobre el verde de La Romareda, el Real Zaragoza pudo sentenciar el encuentro antes de entrar en el tiempo extra pero la mala fortuna y el cansancio acumulado de todo el partido lo impidió. En cambio, cosas del fútbol y de un despiste en el minuto 93 cuando quedaba uno para la conclusión del partido, CA Osasuna iba a conseguir empatar el encuentro con un balón que recibió solo de marca De las Cuevas y al que no pudo atajar Oscar Whalley debido al gran número de futbolistas del Real Zaragoza dentro del área que le impidió ver la trayectoria del esférico que terminó colándose por la portería del joven guardameta y dando a CA Osasuna un empate con el daban por imposible.
Al final, reparto de puntos en una tarde-noche inolvidable para el zaragocismo, no por el resultado que deja mal sabor de boca, pero sí por el fútbol desarrollado durante los 90 minutos y por el apoyo incondicional de una afición que demostró que nadie puede acabar con un Club tan grande históricamente.
Próxima estación el domingo en el Mini Estadi ante el FC Barcelona B. Por delante 7 días para preparar un partido en el que ojala se vuelva a Zaragoza con lo que sería la primera victoria de la temporada.
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