GUILLERMO COSCOLLA / ESPÍRITU DEPORTIVO. El técnico se estrenó en el banquillo zaragocista con cuatro caras nuevas en el once titular.
La llegada de César Láinez al banquillo de la primera plantilla del Real Zaragoza ha sentado como agua de mayo. El técnico aragonés aceptó la semana pasada la responsabilidad de sacar al equipo zaragocista de los puestos de abajo, pero también de recuperar una confianza y un ánimo que al vestuario se le había acabado.
En la última rueda de prensa de Raúl Agné, el entrenador afirmó que el grupo estaba “tocado” y que durante mucho tiempo había recibido “muchos golpes”. Sin embargo, siete días más tarde, César Láinez se encargó de demostrar todo lo contrario y ante el Elche en el Martínez Valero se vio a un equipo junto, motivado, liberado y disfrutando sobre el césped.
Pero el buen hacer de Láinez en su primera semana va más allá de la prometedora imagen de sus jugadores. El preparador técnico, que desmintió el viernes una revolución en su primer once, apostó por darles la oportunidad de nuevo a cuatro jugadores que habían sido enterrados por el anterior técnico. Ratón, Isaac, Bedia y Pombo fueron las apuestas personales de Láinez y todas ellas respondieron a la confianza del entrenador. Ratón volvió para cerrar la portería, Isaac no acusó la falta de competición, Bedia cumplió en la zona de la media punta y Pombo demostró tener un sitio en el once con su explosividad y disparo.
Aunque no solo estas cuatro caras nuevas fueron las apuestas de Láinez en su debut. También le dio la oportunidad de volver a reengancharse con el grupo a Álex Barrera. El centrocampista, habitual en ser el descartado por Raúl Agné, tuvo participación en los últimos minutos ante el Elche en una clara muestra de que el entrenador zaragocista cuenta con todos, algo inexistente para el anterior inquilino antes de la llegada de Laínez.
Foto: Guillermo Coscolla / Espíritu Deportivo