NEREA ZALDÍVAR / ESPÍRITU DEPORTIVO. Perico Fernández, campeón del mundo de boxeo en la categoría de superligeros, fellecía esta madrugada en Zaragoza.
Es trágico que vuelva el recuerdo dorado de un campeón cuando la vida ha decidido que era el momento de que tirase finalmente la toalla. Apenas quedaba ya rastro de lo que fue. Han pasado más de treinta años desde aquella época en la que forjaba su leyenda en el boxeo, disciplina que hoy recibía un fuerte K.O. desde la ciudad de Zaragoza. Pedro Fernández Castillejo, más conocido como Perico Fernández, campeón mundial de los superligeros en la década de los 70, fallecía a los 64 años este viernes de madrugada en el centro neuropsiquiátrico Nuestra Señora del Carmen de Garrapinillos.
Apenas tenía 20 años cuando se proclamó en 1973 campeón de España en la categoría de pesos superligeros, pero fue al año siguiente cuando tras tumbar a Tony Ortiz y ser campeón de Europa, el 21 de septiembre de 1974, se convertía en el boxeador español más joven en ganar el título mundial. El Palazzetto dello Sport de Roma fue testigo de su gran momento de gloria, cuando Perico, con una costilla rota, conseguía batir al japonés Lion Furuyama.
Su leyenda se siguió forjando en su defensa por el título mundial, cuando el 19 de abril del 75, con 22 años dejó KO al boxeador Joao Henrique. Había alcanzado la gloria y parecía estar dispuesto a no dejarla escapar pero, se perdió. Apenas un mes después de, probablemente, el mejor combate de su vida tiró la toalla. La fecha negra que señala el calendario es el 15 de Julio de ese mismo año, cuando abandonó en el octavo asalto frente a Muansuring regalándole el título mundial ¿Realmente fue a causa de la calor como el mismo dijo o fue por algo más?
Fue ese el punto de inflexión que marco el antes y el después de su carrera, pero antes de caer en el olvido ganó el campeonato de Europa de los pesos ligeros en el 83 y el nacional de peso Welter en el 84.
Cayó desde lo más alto
La fama y el dinero, amantes efímeros del boxeador, le abandonaron; jamás regresaron aquellos años en los que el boxeo había llegado a ser incluso más importante que el fútbol. Colgó los guantes en agosto del 87 y regresó a la ciudad que le vio nacer, convirtiéndose en víctima del olvido. Desamparado, enfermo, viviendo de la caridad y durmiendo en un burdel, aquella era la situación en la que se encontraba Perico en 2011.
A pesar de todo, la vida le hizo un pequeño guiño cuando, en 2012, se le rindió un homenaje en Zaragoza, gracias al cual, se recaudó dinero para el boxeador y se le cedió una vivienda social en la calle de San Blas. Pero su estado de salud continuó siguiendo el vertiginoso camino que él mismo había tomado.
Perico Fernández ha cambiado de cuadrilátero por última vez, alcanzando finalmente la gloría y aquella “inmortalidad” que perseguían los guerreros griegos, la de no ser olvidados. Deja tras de sí una leyenda en la que fue el campeón más joven del mundo en los años dorados del boxeo.