Una compañera ha decidido hacernos partícipe de su historia de oposiciones, así que sin dejar de darle las gracias por su generosidad, os dejo con su relato, que estoy segura de que a muchos de vosotros os ayudará y a otros desgraciadamente os habrá pasado algo parecido.
Hola a todos,
Después de pensármelo mucho y gracias al ofrecimiento de María, he decidido  contar cuál ha sido mi experiencia en las oposiciones y ello, fundamentalmente, por dos motivos:
El primero, creo que puede servir de ayuda a todos los que hayan pasado o estén pasando por una situación similar. Es frecuente que en los blogs de opositores se hagan relatos de personas a las que la oposición les ha ido bien y su recorrido acaba con un exitoso aprobado. Mi intención aquí es alentar a todos los que no nos encontramos en esa tesitura y la vida nos ha puesto en situaciones en las que la cuerda se ha tensado tanto que incluso hemos pensado en abandonar.
El segundo motivo por el que escribo esto, es por mí misma, para que me ayude a cerrar definitivamente esta herida emocional que dura ya unos cuantos años.
Por una cuestión personal, no daré datos ni nombres de las personas que menciono aquí. No obstante, si alguno quisiera más información podría ponerse en contacto conmigo. Intentaré ser lo más breve posible en mi relato aunque para contarlo todo bien, sí será necesario que me extienda un poco, os pido perdón de antemano si la lectura os resulta algo tediosa.
Mi historia comienza hace 4 años. Yo siempre había sido una buena estudiante (como el 99% de los que opositamos) que finalizaba en la universidad con la ilusión de empezar una nueva etapa como opositora. Empezaba insisto, con mucha ilusión pero también con mucha inexperiencia e ignorancia. No conocía a nadie que hubiera aprobado mis oposiciones (son del grupo A) ni ningún familiar que me pudiera orientar en las mismas. En la ciudad en la que resido, de mi oposición sólo había un grupo de preparadores que preparaban lo que yo quería estudiar, es decir, o preparabas con ellos o te tenías que ir a otra ciudad. En ese momento pensé que no había diferencias entre un preparador u otro en las oposiciones, máxime cuando todos ellos habían pasado por un tribunal y habían acreditado sus conocimientos, así que no le di demasiada importancia a ese hecho, pensé “qué más dará, esto consiste en estudiarse los temas y ya está”. CRASO ERROR, que después me llevaría al punto en el que ahora me encuentro. A partir de aquí, empezaron los primeros cantes y las primeras felicitaciones.
Cuando llegaba a cantar mis preparadores JAMÁS (reitero, JAMÁS) me hablaron de la literalidad de los temas o de la calidad de los mismos. Yo me limitaba a EXPLICAR los preceptos del Código Civil y a EXPONERLOS como si fuera una profesora de universidad. Jamás se me corrigió o se me indicó que así no debía  “cantarlos”, es más, se me indicaba todo lo contrario, que mi forma de cantar era muy buena y que estaba haciendo las cosas bien. No obstante, había algo en mi interior que me decía que algo no estaba bien, los temas que se me habían proporcionado (en mi oposición no hay un temario de una editorial hecho) eran muy antiguos, no sólo no coincidían los epígrafes de los temas sino que habían erratas muy graves en los mismos.
A los 6 meses de comenzar a opositar, empecé a preguntar a los compañeros si eso era normal, ellos me respondían que me fuera acostumbrando. Me decían “sí, tendrás que hacértelos tú porque conforme avances con el temario la cosa irá a peor”. También empecé a preguntar a los preparadores y me respondían lo mismo. Yo no tenía ni idea de cómo se hacía un tema pero ¡si acababa de empezar! No hay que rendirse en las oposiciones.
Cuando llevaba algo más de un año de preparación salió la convocatoria, yo me había estudiado el primer oral (la mitad del temario) así que, a pesar de no haberme mirado todo el temario, podía presentarme al primer ejercicio y ver qué tal se daba la cosa. Por aquél entonces, la relación con mis preparadores era muy mala, mi desconfianza hacia su forma de preparar era palmaria y la relación personal, mala. Aún así me presenté al examen y saqué un 5. A pesar de haber aprobado salí del examen pensando que mi nota debía haber sido superior, pensaba que el examen lo había hecho mejor, algo no cuadraba. Por esta razón, decidí buscarme (literalmente) la vida para cambiar de preparador en mi misma ciudad y, después de preguntar a “diestro y siniestro” conseguí que me prepararan otras personas que, y ahí está el fallo por mi parte, nunca habían preparado. Fui su “conejillo de indias”.
En aquél momento ya psicológicamente estaba DESTROZADA, la desconfianza en mi misma se había apoderado de mí y empezaba a sufrir crisis graves de cansancio. Me levantaba y a mitad de mañana tenía que parar de estudiar porque no me mantenía ni en pie. Estaba destrozada y empezaba mi declive como opositora. Aún así, estudiaba lo que podía y conseguí acabarme el temario (había pasado 1 año desde mi aprobado) y volvió a salir la convocatoria. Con los nuevos preparadores seguí estudiando de la misma forma que con los anteriores, no se me corregía ni la forma de cantar ni tampoco la “supuesta” literalidad que debía llevar en los temas. Me volví a presentar al examen,pensaba que lo llevaba bien ya que contaba con más vueltas y experiencia. Hice el examen y mi preparador al salir me dijo que lo había hecho muy bien, que aprobada seguro. Pasé una tarde entretenida, estaba convencida de que había hecho un buen examen –dado que me había sentido incluso más cómoda que en el preparador- … pero mi sorpresa fue cuando a las 9 de la noche me volvió a llamar para decirme que estaba suspendida. No daba crédito, yo pensaba que lo había hecho genial!
Pues sí, suspendida por todos los miembros del tribunal y aquí viene la parte dura de mi historia. Al preguntar qué había sucedido me di de bruces con la triste realidad. Ni la literalidad que llevaba era la idónea para aprobar, ni mis temas tenían suficiente contenido. El tribunal también argumentó que mi forma de cantar no era la correcta ya que parecía una profesora de universidad pero no una opositora. Se me cayó literalmente el mundo al suelo, me pasé una semana sin salir de la cama. Me habían engañado o, al menos, así me sentía yo. ¿Por qué nadie me dijo que me tenía que aprender el Código Civil? ¿Por qué no me habían dicho que explicaba los temas cuando eso NO era lo que pedía el tribunal? ¿Por qué no se me había corregido la velocidad de cante? No me lo podía creer, me quería morir.
Al hablar con mis preparadores ellos no asumían la responsabilidad de nada, me dijeron que si quería seguir era cosa mía que yo “ya era mayorcita para tomar la decisión de seguir o no”. Es decir, al suspenso se añadió una falta de asunción de responsabilidades. Sólo yo era la responsable, según ellos, claro.
Estuve un mes pensando si seguir o no, llevaba ya 3 años y estaba quemada. Obviamente, no quería seguir preparando con ellos pero en mi ciudad no había nadie más con quien preparar. Les dije a mis padres que quería irme a Madrid pero al hacer números de lo que suponía económicamente ese traslado me dijeron que era inasumible pagar preparador, alquiler, comida… En ese momento yo ya estaba DESESPERADA. Conocía casos de gente que preparaba por Skype así que empecé a preguntar a preparadores en Madrid si aceptaban esa forma de preparación que me permitía seguir en mi ciudad. Después de muchas negativas encontré uno que aceptó prepararme. Mi nivel académico era tan bajo que me tocó después de 3 años prácticamente empezar de CERO, nuevos temas sin subrayar y dándome cuenta de que no cantaba ni un precepto literal. Me quería MORIR, era desesperante, decidí acudir a un psicólogo porque ya no podía más. Poco a poco fui remontando (con muchos lloros, eso sí) y en ello sigo un año después. Sigo en la lucha con la esperanza de volverme a presentar de nuevo cuando vuelva a salir la próxima convocatoria.
Ésta es mi historia, he suprimido ciertas cosas porque no quiero que esto sea una novela aunque bien pudiera serlo. No me gusta dar consejos pero la única advertencia que sí os doy es que penséis muy mucho con quién vais a preparar y qué temario manejáis. Ésa no es una cuestión baladí porque si llevas muchas vueltas de un tema que es una porquería lo que cantaréis al tribunal será una porquería.
Ojalá este cuento que para mí ha sido una pesadilla acabe después de todo con final feliz, aunque, ¿sabéis qué? Para mí haber luchado tanto ya es una pequeña victoria.
Gracias por leerme.
Escrito por: www.aprendiendoavivirdespuesdeopositar.blogspot.com.es/
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