JAVIER IBÁÑEZ/ESPIRITU DEPORTIVO. El tremendo bache que está sufriendo el Real Zaragoza es innegable. Nadie se puede poner una venda en los ojos y ver un panorama mejor.
El conjunto zaragocista ha comenzado el año de la peor manera posible, sumando tan solo 2 puntos de 21 posibles (igualado con el Mallorca). La herida se ve más grave después de que el equipo completase una primera vuelta buena, correcta, a tenor de lo visto campañas anteriores.
El equipo de Jiménez empezó el año siendo un equipo físicamente preparado, el máximo goleador a balón parado, seguro fuera de casa… y con el único handicap de ser vulnerable y vulgar en La Romareda. Este último aspecto continúa vigente, sumando tan solo 3 míseras victorias y dejando escapar otras muchas más ante equipos que se podía haber ganado seguramente con menos ansia por marcar y con más cabeza y tranquilidad. El problema se acentúa ahora con los aspectos positivos del inicio de temporada que ahora se tornan negativos. Físicamente el Real Zaragoza ya no es superior a sus rivales, a balón parado apenas se anotan goles y fuera de casa el equipo va perdiendo fuelle y fiabilidad, se cometen errores claves que cuestan goles… Si a esto sumamos arbitrajes bastante sospechosos, el resultado es un equipo sin prestaciones y con poca capacidad de reacción ante las adversidades.
Preocupante es encajar gol antes que marcarlo, pero más preocupa la nula capacidad de reacción del equipo ante un gol del rival. En cuanto la meta zaragocista es perforada, el equipo se descoloca y juega sin orden ni ideas, haciendo muy complicada cualquier remontada.
Todos los síntomas que ofrece actualmente el Real Zaragoza son negativos. La única esperanza es ver como las nuevas incorporaciones rinden y si son capaces de aportar variantes que ensalcen la aptitud y efectividad del equipo, aportando sus cualidades y energías propias de quién tiene la ilusión por triunfar. Por ahora Rochina es el más destacado y el único capaz de disparar a puerta en los dos últimos partidos.
Ahora queda preguntarse a sí mismo, y el club también debe hacerlo, si hay que tener calma y seguir apostando por Jiménez y el proyecto a dos-tres años que se le otorgó, con gente joven y en propiedad para seguir creciendo, o por el contrario romper el guión y empezar de nuevo con otro técnico que no es participe del proyecto vigente ni tendrá la sintonía y respaldo que tienen los jugador con Jiménez, volviendo a las historias de Aguirre y Gay por ejemplo, con la diferencia de que ahora sí hay un proyecto e idea establecida para crecer.
Solo recordar algo muy simple y fácil de entender: los proyectos a dos o tres temporadas vista, se consiguen con el paso de los partidos y temporadas, con las victorias y las derrotas, con las alegrías y las tristezas. Solo así nace la fuerza y la estabilidad. Quitar un pilar que cimienta el edificio es un derrumbe seguro.
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